«Glorifica
al Señor, Jerusalén; / alaba a tu Dios, Sión, / que ha reforzado los
cerrojos de tus puertas / y ha bendecido a tus hijos dentro de ti» (Sal 147,
12-13).
La Iglesia creció desde Jerusalén y en lo más profundo de su corazón trae esta invitación a glorificar al Dios viviente. Hoy desea responder a esta invitación de modo particular. Este día —jueves después del domingo de la Santísima Trinidad — se celebra la solemnidad del Corpus Domini: del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
La Iglesia creció desde la Jerusalén de la Antigua Alianza como Cuerpo bien compacto en unidad mediante la Eucaristía. «El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan» (1 Cor 17).
«Y el
pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?» (1 Cor 10,
16).
«El
cáliz de nuestra acción de gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de
Cristo?» (1 Cor 10, 16).
(JuanPablo II – Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo – 21 de junio1984)
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