La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa
solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta
con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del
Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo » (Mt 28, 20); en la
sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en
la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única.
Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado
su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus
días, llenándolos de confiada esperanza.
(de la Introduccion a la Encíclica Ecclesiade Eucharistia de Juan Pablo II)
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