lunes, 4 de agosto de 2025

La presencia de Satanás en la historia de la humanidad

 

Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan: "El mundo todo está bajo el maligno" (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de Satanás en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu maligno puede "ocultarse" de forma más profunda y eficaz: pasar inadvertido corresponde a sus "intereses": La habilidad de Satanás en el mundo es la de inducir a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo y de cualquier otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no admitir la obra del diablo. Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre voluntad y de la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la acción salvífica de Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas oscuras del mal y las de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la pasión:" ...Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe" (Lc 22, 31).

 (Juan Pablo II en la Audiencia General del 13de agosto 1986)

Señor enséñanos a orar

 


Debemos siempre también aprender nuevamente a orar. Muchas veces sucede que nos dispensamos de rezar con la excusa de no saberlo hacer. Si realmente no sabemos orar, tanto más necesario es entonces aprender. Esto es importante para todos y parece ser especialmente importante para los jóvenes, los cuales muchas veces abandonan las oraciones que aprendieron de niños, porque les parecen demasiado infantiles, ingenuas y poco profundas. En cambio, semejante estado de conciencia constituye un estímulo indirecto para profundizar la propia oración, hacerla más reflexiva, más madura; para buscarle el apoyo en la Palabra de Dios mismo y en el Espíritu Santo, el cual "aboga por nosotros con gemidos inenarrables" como escribe San Pablo (Rom 8, 26).

 (Papa Juan Pablo II Ángelus 27 de julio de 1980)   

 

viernes, 1 de agosto de 2025

Jesus es la verdadera novedad

 

El nacimiento de Jesús en Belén no es un hecho que se pueda relegar al pasado. En efecto, ante Él se sitúa la historia humana entera: nuestro hoy y el futuro del mundo son iluminados por su presencia. Él es « el que vive » (Ap 1, 18), « Aquél que es, que era y que va a venir » (Ap 1, 4). Ante Él debe doblarse toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua debe proclamar que Él es el Señor (cf. Flp 2, 10-11). Al encontrar a Cristo, todo hombre descubre el misterio de su propia vida[1].

Jesús es la verdadera novedad que supera todas las expectativas de la humanidad y así será para siempre, a través de la sucesión de las diversas épocas históricas. La encarnación del Hijo de Dios y la salvación que Él ha realizado con su muerte y resurrección son, pues, el verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer la vida del hombre cada vez más humana.

 Papa Juan Pablo II « Incarnationis mysterium » Bula de convocación del GranJubileo del año 2000

Peregrinar por el camino de la perfección cristiana

 

La peregrinación ha sido siempre un momento significativo en la vida de los creyentes, asumiendo en las diferentes épocas históricas expresiones culturales diversas. Evoca el camino personal del creyente siguiendo las huellas del Redentor: es ejercicio de ascesis laboriosa, de arrepentimiento por las debilidades humanas, de constante vigilancia de la propia fragilidad y de preparación interior a la conversión del corazón. Mediante la vela, el ayuno y la oración, el peregrino avanza por el camino de la perfección cristiana, esforzándose por llegar, con la ayuda de la gracia de Dios, « al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo » (Ef 4, 13).

(Papa Juan Pablo II « Incarnationis mysterium » Bula de convocación del Gran Jubileo del año 2000

lunes, 28 de julio de 2025

Los varios nombres de Satanás

 


 (…) encontramos varias indicaciones en la Sagrada Escritura, en la cual Satanás es llamado "el príncipe de este mundo" (cf. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso "el Dios de este siglo" (2 Cor 4, 4). Encontramos muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre: "Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo", "tentador", "maligno" y finalmente "anticristo" (1 Jn 4, 3). Se le compara a un "león" (1 Pe 5, 8), a un "dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen 3). Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo" del griego "diaballein" (del cual "diabolos"), que quiere decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); "el diablo y sus ángeles", dice Jesús en la descripción del juicio futuro (cf. Mt 25, 41).

(de la Audiencia del Papa Juan Pablo II La caída de los ángeles rebeldes del 13 de agosto 1986)

jueves, 17 de julio de 2025

La necesidad de testigos jóvenes

 

Es cada vez más necesario que incluso en los lugares más apartados de la tierra se den testigos, testigos jóvenes, del Evangelio, sin miedo o temor a las situaciones y a las circunstancias adversas, que sepan vivir coherentemente las exigencias de la fe, con la mirada fija en la santificación personal y en el ejercicio de la caridad fraterna.

(del Ángelusdel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 20 de agostode 1989) – IV Jornada Mundial de la Juventud

La llamada de Cristo de la mano de Maria

 

¡Mira la estrella, invoca a María!

La llamada de Cristo lleva por un camino que no es fácil de recorrer, porque puede llevar incluso a la cruz. Pero no hay otro camino que lleve a la verdad y dé la vida. Sin embargo, no estamos solos en este camino. María con su FIAT abrió un camino nuevo a la humanidad. Ella, por su aceptación y entrega total a la misión de su Hijo, es prototipo de toda vocación cristiana. Ella caminará con nosotros, será nuestra compañera de viaje, y con su ayuda podremos seguir la vocación que Cristo nos ofrece.

 (del Encuentro del Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agosto de 1989 -  IV Jornada Mundial de la Juventud)

La vocación del cristiano

 

El cristiano está llamado a servir a los hermanos y a la sociedad, a promover y sostener la dignidad de cada ser humano, a respetar, defender y favorecer los derechos de la persona, a ser constructor de una paz duradera y auténtica, basada en la fraternidad, la libertad, la justicia y la verdad.

(del Encuentrodel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agostode 1989- IV Jornada Mundial de la Juventud)

martes, 15 de julio de 2025

La presencia del mal moral

 

El mal moral es radicalmente contrario a la voluntad de Dios. Si este mal está presente en la historia del hombre y del mundo, y a veces de forma totalmente opresiva, si en cierto sentido tiene su propia historia, esto sólo está permitido por la Divina Providencia, porque Dios quiere que en el mundo creado haya libertad. La existencia de la libertad creada (y por consiguiente del hombre, e incluso la existencia de los espíritus puros como los ángeles, de los que hablaremos en otra ocasión) es indispensable para aquella plenitud del bien que Dios quiere realizar en la creación, la existencia de los seres libres es para él un valor más importante y fundamental que el hecho de que aquellos seres abusen de la propia libertad contra el Creador y que, por eso, la libertad pueda llevar al mal moral.

(PapaJuan Pablo II de la Audiencia General el 4 de junio de 1986 “La DivinaProvidencia y la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo”

El es «el camino, la verdad y la vida»

 

Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo discernir el bien del mal? La respuesta es posible sólo gracias al esplendor de la verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano, como dice el salmista: «Muchos dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha?". ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor!» (Sal 4, 7).

La luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucristo, «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), «resplandor de su gloria» (Hb 1, 3), «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 14): él es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Por esto la respuesta decisiva a cada interrogante del hombre, en particular a sus interrogantes religiosos y morales, la da Jesucristo; más aún, como recuerda el concilio Vaticano II, la respuesta es la persona misma de Jesucristo: «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Pues Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, de Cristo, el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación» 1.

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

El «Sermón de la montaña», carta magna de la moral evangélica

 

En el «Sermón de la montaña», que constituye la carta magna de la moral evangélica 24, Jesús dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo es la clave de las Escrituras: «Vosotros investigáis las Escrituras, ellas son las que dan testimonio de mí» (cf. Jn 5, 39); él es el centro de la economía de la salvación, la recapitulación del Antiguo y del Nuevo Testamento, de las promesas de la Ley y de su cumplimiento en el Evangelio; él es el vínculo viviente y eterno entre la antigua y la nueva alianza

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

sábado, 12 de julio de 2025

La savia siempre nueva del Evangelio

 

En esta encrucijada de la historia en busca de esperanza, la Iglesia le anuncia la savia siempre nueva del Evangelio, creador de cultura, fuente de humanidad, al mismo tiempo que promesa de eternidad. Su secreto es el Amor. Es la necesidad primordial de toda cultura humana. Y el nombre de este Amor es Jesús, Hijo de María. Queridos amigos, llevadlo, como ella, con confianza, por todos los caminos de los hombres, al corazón de las nuevas culturas que tenemos que construir entre los hombres, con los hombres. Estad convencidos: la fuerza del Evangelio es capaz de transformar las culturas de nuestro tiempo por su fermento de justicia y de caridad en la verdad y la solidaridad. Esta fe que llega a ser cultura es fuente de esperanza

(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes enla Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la cultura – 12 de enero de 1990)  


La fe en Cristo garantía y estimulo de libertad

 

Un sentimiento común parece dominar hoy a la gran familia humana. Todos se preguntan qué futuro hay que construir en paz y solidaridad, en este paso de una época cultural a otra. Las grandes ideologías han mostrado su fracaso ante la dura prueba de los acontecimientos. Sistemas, que se dicen científicos de renovación social, incluso de redención del hombre por sí mismo, mitos de la realización revolucionaria del hombre, se han revelado a los ojos del mundo entero como lo que eran: trágicas utopías que han producido una regresión sin precedentes en la historia atormentada de la humanidad. En medio de sus hermanos, la resistencia heroica de las comunidades cristianas contra el totalitarismo inhumano ha suscitado la admiración. El mundo actual redescubre que la fe en Cristo, lejos de ser el opio de los pueblos, es la mejor garantía y el estímulo de su libertad.

(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes enla Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la cultura – 12 de enero de 1990)  


viernes, 11 de julio de 2025

San Benito – hombre de Dios

 

En este lugar y en este momento no podemos prescindir de pensar que sobre estas páginas también fijó la propia reflexión San Benito durante su vida terrena. ¡Con qué eco tan profundo debieron resonar en su alma las amenazas contra los ricos y contra las aberraciones que ordinariamente acompañan a la posesión de excesivos bienes materiales!

Y qué vibración íntima de consentimiento y de adhesión debió suscitar en él la palabra de Pablo a Timoteo, que también acabamos de oír: "Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. Combate los buenos combates de la fe, asegúrate la vida eterna, para la cual fuiste llamado y de cual hiciste solemne profesión delante de muchos testigos" (1Tim 6, 11-12)

Benito fue hombre de Dios y se convirtió en tal, siguiendo el camino de las virtudes tan claramente indicadas por los Apóstoles. Siguiéndolo constante e incesantemente. Fue un auténtico peregrino del Reino de Dios, un auténtico "homo viator". No se detuvo a lo largo del camino, no se desvió hacia caminos más fáciles. Todo su empeño estuvo orientado a seguir la consigna: combatir el buen combate de la fe para "conservar sin tacha ni culpa el mandato hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6, 14).

(Papa Juan Pablo II –Visita Pastoral a Subiaco – homilía en la Santa Misa para le Pueblo – 28 deseptiembre de 1980)

La caridad mutua de San Benito

 (…) el criterio principal que guió a San Benito en la redacción de las normas de convivencia dentro del monasterio, fue precisamente el de la caridad mutua, por la cual los "hermanos" debían ser inducidos a una actitud de constante atención recíproca y de diligente disponibilidad para prestarse unos a otros los servicios necesarios. Hay un capítulo de la "regla", el 72, que traza un cuadro sugestivo de las relaciones que deben establecerse dentro de la familia monástica. Se trata de la página a la que debería mirar como a un estímulo ideal no sólo la familia cristiana, sino a la que puede tender últimamente también la comunidad civil, para sacar de ella inspiración en el planteamiento de las propias relaciones de convivencia.

 

(Papa Juan Pablo II –Visita Pastoral a Subiaco – homilía en la Santa Misa para le Pueblo – 28 deseptiembre de 1980)

miércoles, 9 de julio de 2025

Alzar la mirada hacia Ella

 El hombre moderno debe alzar la mirada y elevarla hacia arriba. Cada vez siente más insistentemente el peligro del exclusivo apego a la tierra. Y tanto más fácilmente se alza la mirada hacia arriba, cuando nuestros ojos se encuentran con esa dulce Madre, que es toda Ella sencillez y amor; Ella, la humilde esclava del Señor.

La dignidad del niño

 

La dignidad del niño exige la más delicada sensibilidad de conciencia por parte de los padres y de la sociedad, porque el niño es el punto crucial en torno al cual se forma o se destruye la moralidad de las familias y, en consecuencia, de naciones y sociedades enteras.

sábado, 5 de julio de 2025

Creo en el Espiritu Santo

 

Creo «...en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, y que habló por los profetas». Estas son las palabras del Símbolo de fe del primer Concilio de Constantinopla del 381 [5], que ha ilustrado el misterio del Espíritu Santo, de su origen del Padre, afirmando de este modo la unidad e igualdad en la divinidad del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo.

(Juan PabloII Carta Apostolica a Concilio Constantinopoitano I -25 de marzo de 1981)

El Rosario, centrado en la cristología, el Magnificat de Maria.

 


El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio.[2] En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.

(JuanPablo II Carta Apostolica Rosarium Virginis Mariae – 16 de octubre 2002)

jueves, 3 de julio de 2025

¿Qué significa dar testimonio de Cristo?

 

¿Qué significa dar testimonio de Cristo? Significa sencillamente vivir según el Evangelio: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente... Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 37.39).

El cristiano está llamado a servir a los hermanos y a la sociedad, a promover y sostener la dignidad de cada ser humano, a respetar, defender y favorecer los derechos de la persona, a ser constructor de una paz duradera y auténtica, basada en la fraternidad, la libertad, la justicia y la verdad.

(del discurso del santo Padre Juan Pablo II en la Vigilia con los jóvenes en el Monte del Gozo – 18 de agosto de 1989)

(VIAJE PASTORAL A SANTIAGO DE COMPOSTELA Y ASTURIAS
 CON MOTIVO DE LA IV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Que significa ser cristiano?

 

Ser cristiano significa dar testimonio de la verdad cristiana; y hoy, particularmente, es poner en práctica el sentido auténtico que Cristo y la Iglesia dan a la vida y a la plena realización del joven y de la joven a través del matrimonio y de la familia.

Si, mis queridos jóvenes, Cristo os llama no sólo a caminar con El en esta peregrinación de la vida. El os envía en su lugar para ser mensajeros de la verdad, para ser sus testigos en el mundo, concretamente, ante los demás jóvenes como vosotros, porque muchos de ellos hoy, en el mundo entero, están buscando el camino, la verdad y la vida, pero no saben a dónde ir.

«Ha llegado la hora de emprender una nueva evangelización» (Christifideles laici n. 34), y vosotros no podéis faltar a esta llamada urgente. En este lugar dedicado a Santiago, el primero de los Apóstoles que dio testimonio de la fe con el martirio, comprometámonos a acoger el mandato de Cristo: «seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).

(deldiscurso del santo Padre Juan Pablo II en la Vigilia con los jóvenes en el Montedel Gozo – 18 de agosto de 1989)

 (VIAJE PASTORAL A SANTIAGO DE COMPOSTELA Y ASTURIAS
 CON MOTIVO DE LA IV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD


miércoles, 2 de julio de 2025

La unidad de toda la humanidad

 

La unidad de toda la humanidad herida es voluntad de Dios. Por esto Dios envió a su Hijo para que, muriendo y resucitando por nosotros, nos diese su Espíritu de amor. La víspera del sacrificio de la Cruz, Jesús mismo ruega al Padre por sus discípulos y por todos los que creerán en El para que sean una sola cosa, una comunión viviente. De aquí se deriva no sólo el deber, sino también la responsabilidad que incumbe ante Dios, ante su designio, sobre aquéllos y aquéllas que, por medio del Bautismo llegan a ser el Cuerpo de Cristo, Cuerpo en el cual debe realizarse en plenitud la reconciliación y la comunión

 

(de la Encíclica Ut unum sint, I.6  del Papa Juan Pablo II)

viernes, 27 de junio de 2025

El Corazón de Cristo

 

El Corazón de Cristo es la sede universal de la comunión con Dios Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es preciso conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios y al prójimo.

 

(de la Audiencia General del Papa Juan Pablo II 8de junio de 1994)

miércoles, 25 de junio de 2025

Mision de la Iglesia europea : avivar la fe en la Trinidad

 

La Iglesia « no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional » de Europa y coherentemente, por tanto, quiere respetar la legítima autonomía del orden civil.(34) Sin embargo, tiene la misión de avivar en los cristianos de Europa la fe en la Trinidad, sabiendo que esta fe es precursora de auténtica esperanza para el Continente.

Muchos de los grandes paradigmas de referencia antes indicados, que son la base de la civilización europea, hunden sus raíces últimas en la fe trinitaria. Ésta contiene un extraordinario potencial espiritual, cultural y ético, capaz, entre otras cosas, de iluminar algunas grandes cuestiones que hoy se debaten en Europa, como la disgregación social y la pérdida de una referencia que dé sentido a la vida y a la historia. De ello se desprende la necesidad de una renovada meditación teológica, espiritual y pastoral sobre el misterio trinitario.

(de la Exhortacion Apostolica del Papa Juan PabloII Ecclesia in Europa)

Alerta de Juan Pablo II al continente europeo.

 

En el Continente europeo no faltan ciertamente símbolos prestigiosos de la presencia cristiana, pero éstos, con el lento y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero vestigio del pasado. Muchos ya no logran integrar el mensaje evangélico en la experiencia cotidiana; aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado; en muchos ambientes públicos es más fácil declararse agnóstico que creyente; se tiene la impresión de que lo obvio es no creer, mientras que creer requiere una legitimación social que no es indiscutible ni puede darse por descontada.

Esta pérdida de la memoria cristiana va unida a un cierto miedo en afrontar el futuro. La imagen del porvenir que se propone resulta a menudo vaga e incierta. Del futuro se tiene más temor que deseo. Lo demuestran, entre otros signos preocupantes, el vacío interior que atenaza a muchas personas y la pérdida del sentido de la vida. 

(de la Exhortacion Apostolica del Papa Juan PabloII Ecclesia in Europa)

lunes, 23 de junio de 2025

A los apostoles del tercer mileno

 

Queridos apóstoles del tercer milenio, ¡cuán vasto y complejo es el campo de acción que se abre ante vosotros! En la era de la globalización es preciso "globalizar" la solidaridad y el amor, para que llegue a todas partes el mensaje liberador del Evangelio. Esto conlleva a menudo ir contra corriente, ser incomprendidos e, incluso, marginados. Pero es indispensable seguir siendo coherentes con los propios principios y fieles a Cristo y a la Iglesia.

(del Discurso del Papa Juan Pablo II a losmiembros del Servicio Misionero Juvenil – arsenal de la Paz, de Turin, Italia –22 de diciembre de 2000)

viernes, 20 de junio de 2025

«Iglesia santa, glorifica a tu Señor» - Solemnidad de Corpus Christi

 

«Glorifica al Señor, Jerusalén; / alaba a tu Dios, Sión, / que ha reforzado los cerrojos de tus puertas / y ha bendecido a tus hijos dentro de ti» (Sal 147, 12-13).

La Iglesia creció desde Jerusalén y en lo más profundo de su corazón trae esta invitación a glorificar al Dios viviente. Hoy desea responder a esta invitación de modo particular. Este día —jueves después del domingo de la Santísima Trinidad — se celebra la solemnidad del Corpus Domini: del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

La Iglesia creció desde la Jerusalén de la Antigua Alianza como Cuerpo bien compacto en unidad mediante la Eucaristía. «El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan» (1 Cor 17).

«Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?» (1 Cor 10, 16).

«El cáliz de nuestra acción de gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo?» (1 Cor 10, 16).

 

(JuanPablo II – Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo – 21 de junio1984)

miércoles, 18 de junio de 2025

Ante el fenómeno de la migración

 En nuestras sociedades, marcadas por el fenómeno global de la migración, es preciso buscar un justo equilibrio entre el respeto de la propia identidad y el reconocimiento de la ajena. En efecto, es necesario reconocer la legítima pluralidad de las culturas presentes en un país, en compatibilidad con la tutela del orden, del que dependen la paz social y la libertad de los ciudadanos.

En efecto, se deben excluir tanto los modelos asimilacionistas, que tienden a hacer que el otro sea una copia de sí, como los modelos de marginación de los inmigrantes, con actitudes que pueden llevar incluso a la práctica del apartheid. Es preciso seguir el camino de la auténtica integración (cf. Ecclesia in Europa, 102), con una perspectiva abierta, que evite considerar sólo las diferencias entre inmigrantes y autóctonos (cf. Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2001, n. 12).

martes, 17 de junio de 2025

Los jóvenes y el trabajo – formar personalidades

 

No basta "especializar" a los jóvenes trabajadores, o sea, hacerlos idóneos para el oficio y la específica capacitación que requieren las máquinas modernas y la técnica; no basta preparar técnicos, sino que es necesario formar personalidades. Esta formación no se agota con hacer del joven obrero un complemento inteligente ―pero subordinado― de su instrumento; sino que debe hacer de él un hombre completo, reflexivo, responsable, conocedor no sólo de las realidades mecánicas económicas y sociales, sino también de las morales y religiosas. El joven que trabaja toma la vida en serio, demuestra tener sentido del deber, conocer el valor del tiempo, de la fatiga y del dinero; hacer del trabajo no sólo una ley de vida, sino un principio de desarrollo personal y social. "El joven trabajador vale más que todo el oro del mundo": son palabras del cardenal Cardijn tan experto y benemérito en lo que se refiere a los jóvenes obreros.

(Juan Pablo II Angelus 13 de diciembre de 1981)  

lunes, 16 de junio de 2025

La libertad basada sobre la verdad

 

Jesucristo sale al encuentro del hombre de toda época, también de nuestra época, con las mismas palabras: «Conoceréis la verdad y la verdad os librará».82 Estas palabras encierran una exigencia fundamental y al mismo tiempo una advertencia: la exigencia de una relación honesta con respecto a la verdad, como condición de una auténtica libertad; y la advertencia, además, de que se evite cualquier libertad aparente, cualquier libertad superficial y unilateral, cualquier libertad que no profundiza en toda la verdad sobre el hombre y sobre el mundo.

También hoy, después de dos mil años, Cristo aparece a nosotros como Aquel que trae al hombre la libertad basada sobre la verdad, como Aquel que libera al hombre de lo que limita, disminuye y casi destruye esta libertad en sus mismas raíces, en el alma del hombre, en su corazón, en su conciencia. ¡Qué confirmación tan estupenda de lo que han dado y no cesan de dar aquellos que, gracias a Cristo y en Cristo, han alcanzado la verdadera libertad y la han manifestado hasta en condiciones de constricción exterior.

 (de la Carta Encíclica Redemptor Hominis, 12 del Papa Juan Pablo II)


sábado, 14 de junio de 2025

El Padre, el Espíritu y el Hijo

 

Vendrá la glorificación de la Pascua, y con ella también el don del Espíritu en Pentecostés, que Jesús anticipará a sus Apóstoles al atardecer del mismo día de su resurrección. Apareciéndose en el Cenáculo, soplará sobre ellos y les dirá: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20, 22).

 Así pues, el Padre y el Espíritu están unidos al Hijo en la hora suprema de la redención. Esto es lo que afirma san Pablo en una página muy luminosa de la carta a los Romanos, en la que evoca a la Trinidad precisamente en relación con la resurrección de Cristo y de todos nosotros: «Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros» (Rm 8, 11).

(de la Audiencia General delPapa Juan Pablo II – 10 de mayo 2000)

La Trinidad y la Iglesia

 

(…) toda la Trinidad está implicada en la irrupción del Espíritu Santo, derramado sobre la primera comunidad y sobre la Iglesia de todos los tiempos como sello de la nueva Alianza anunciada por los profetas (cf. Jr 31, 31-34; Ez 36, 24-27), como confirmación del testimonio y como fuente de unidad en la pluralidad. Con la fuerza del Espíritu Santo, los Apóstoles anuncian al Resucitado, y todos los creyentes, en la diversidad de sus lenguas y, por tanto, de sus culturas y vicisitudes históricas, profesan la única fe en el Señor, "anunciando las maravillas de Dios" (Hch 2, 11).

 

(de la Audiencia General del Papa Juan Pablo II31 de mayo 2000)

viernes, 13 de junio de 2025

El diálogo y la verdad evangelica

Hay que reafirmar que, por parte de la Iglesia y sus miembros, el diálogo, de cualquier forma se desarrolle —y son y pueden ser muy diversas, dado que el mismo concepto de diálogo tiene un valor analógico— , no podrá jamás partir de una actitud de indiferencia hacia la verdad, sino que debe ser más bien una presentación de la misma realizada de modo sereno y respetando la inteligencia y conciencia ajena. El diálogo de la reconciliación jamás podrá sustituir o atenuar el anuncio de la verdad evangélica, que tiene como finalidad concreta la conversión ante el pecado y la comunión con Cristo y la Iglesia, sino que deberá servir para su transmisión y puesta en práctica a través de los medios dejados por Cristo a la Iglesia para la pastoral de la reconciliación: la catequesis y la penitencia.

 

(de la  Exhortacion apostolica post sinodal Reconciiatio et Paenitentia del Papa  Juan Pablo II )

 


jueves, 12 de junio de 2025

La urgencia de la actividad misionera ante la « nueva humanidad » sin Dios

 

La urgencia de la actividad misionera brota de la radical novedad de vida, traída por Cristo y vivida por sus discípulos. Esta nueva vida es un don de Dios, y al hombre se le pide que lo acoja y desarrolle, si quiere realizarse según su vocación integral, en conformidad con Cristo. El Nuevo Testamento es un himno a la vida nueva para quien cree en Cristo y vive en su Iglesia. La salvación en Cristo, atestiguada y anunciada por la Iglesia, es autocomunicación de Dios: « Es el amor, que no sólo crea el bien, sino que hace participar en la misma vida de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En efecto, el que ama desea darse a sí mismo ».9

Dios ofrece al hombre esta vida nueva: « ¿Se puede rechazar a Cristo y todo lo que él ha traído a la historia del hombre? Ciertamente es posible. El hombre es libre. El hombre puede decir no a Dios. El hombre puede decir no a Cristo. Pero sigue en pie la pregunta fundamental. ¿Es licito hacer esto? ¿Con qué fundamento es licito? ».10

 En el mundo moderno hay tendencia a reducir el hombre a una mera dimensión horizontal. Pero ¿en qué se convierte el hombre sin apertura al Absoluto? La respuesta se halla no sólo en la experiencia de cada hombre, sino también en la historia de la humanidad con la sangre derramada en nombre de ideologías y de regímenes políticos que han querido construir una « nueva humanidad » sin Dios.

 

(de la Carta Endciclica Redemptoris Missio sobre lapermanente validez del mandato misionero - del Papa Juan Pablo II)  

La muerte de la libertad

 

Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad: « En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo » (Jn 8, 34).

(Dela Carta Encíclica Enciclica Evangelium Vitae, 20 del Papa Juan Pablo II)

martes, 10 de junio de 2025

Los medios de comunicación social y la acción pastoral

 

Es fundamental para la eficacia de la nueva evangelización un profundo conocimiento de la cultura actual, en la cual los medios de comunicación social tienen gran influencia. Es por tanto indispensable conocer y usar estos medios, tanto en sus formas tradicionales como en las más recientes introducidas por el progreso tecnológico. Esta realidad requiere que se domine el lenguaje, naturaleza y características de dichos medios. Con el uso correcto y competente de los mismos se puede llevar a cabo una verdadera inculturación del Evangelio. Por otra parte, los mismos medios contribuyen a modelar la cultura y mentalidad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, razón por la cual quienes trabajan en el campo de los medios de comunicación social han de ser destinatarios de una especial acción pastora

 

(Juan Pablo II Exhortacion apostolica postsinodal Ecclesia inAmerica)

Ante el avance de las sectas

 

Los avances proselitistas de las sectas y de los nuevos grupos religiosos en América no pueden contemplarse con indiferencia. Exigen de la Iglesia en este Continente un profundo estudio, que se ha de realizar en cada nación y también a nivel internacional, para descubrir los motivos por los que no pocos católicos abandonan la Iglesia. A la luz de sus conclusiones será oportuno hacer una revisión de los métodos pastorales empleados, de modo que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada, consolide las estructuras de comunión y misión, y use las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada, a fin de hacer más viva la fe de todos los católicos en Jesucristo, por la oración y la meditación de la palabra de Dios.

(Juan Pablo II Exhortacion apostolica postsinodal Ecclesia in America)


El Espiritu Santo y el valor del silencio

 

Un aspecto que es preciso cultivar con más esmero en nuestras comunidades es la experiencia del silencio. Resulta necesario "para lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia" (Institutio generalis Liturgiae Horarum, 202). En una sociedad que vive de manera cada vez más frenética, a menudo aturdida por ruidos y dispersa en lo efímero, es vital redescubrir el valor del silencio.

(JuanPablo II Carta Apostólica Spiritus et Sponsa)

lunes, 9 de junio de 2025

Maria, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia

 

 “Nuestra Señora avanzó en el camino de la fe, siempre en unión con su Hijo. Le acompañó paso a paso, asociándose a él, alegrándose y sufriendo con El, amando siempre a los que El amaba. Después, Cristo subió de nuevo junto a su Padre. Y en los días que precedieron a Pentecostés, el grupo de los discípulos, Iglesia naciente, llenos de alegría y de fe por el triunfo de Cristo resucitado y ansiosos por el Espíritu Santo prometido, quieren sentirse muy unidos. Los encontramos en oración, "con María, Madre de Jesús" (Act 1, 14). Era la oración de una familia: de aquellos que el Señor había llamado para su intimidad, con la Madre, la cual "con su caridad cooperó para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza, de la que Ella es efectivamente Madre según el cuerpo", como diría San Agustín (De Virginitate, 6: PL 40, 399).”

 

(Juan Pablo II homilía durante la Misa celebrada en la Basìlica de Nuestra Señora de Nazaret, en  Belém, Brasil el 8 de julio de 1980)

viernes, 6 de junio de 2025

Espiritu Santo « Señor y dador de vida »

 

La Iglesia profesa su fe en el Espíritu Santo que es « Señor y dador de vida ». Así lo profesa el Símbolo de la Fe, llamado nicenoconstantinopolitano por el nombre de los dos Concilios —Nicea (a. 325) y Constantinopla (a. 381)—, en los que fue formulado o promulgado. En ellos se añade también que el Espíritu Santo « habló por los profetas ». Son palabras que la Iglesia recibe de la fuente misma de su fe, Jesucristo. En efecto, según el Evangelio de Juan, el Espíritu Santo nos es dado con la nueva vida, como anuncia y promete Jesús el día grande de la fiesta de los Tabernáculos: « " Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que cree en mí ", como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva ».1 Y el evangelista explica: « Esto decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él ».2 Es el mismo símil del agua usado por Jesús en su coloquio con la Samaritana, cuando habla de una « fuente de agua que brota para la vida eterna »,3 y en el coloquio con Nicodemo, cuando anuncia la necesidad de un nuevo nacimiento « de agua y de Espíritu » para « entrar en el Reino de Dios ».4

(Juan Pablo II -  Inroduccion a la Carta Encíclica  Dominum et vivificantem sobre el Espiritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo)  

jueves, 5 de junio de 2025

El trabajo y la Rerum Novarum

 

Tras las huellas de la Encíclica Rerum Novarum y de muchos documentos sucesivos del Magisterio de la Iglesia se debe reconocer francamente que fue justificada, desde la óptica de la moral social, la reacción contra el sistema de injusticia y de daño, que pedía venganza al cielo,13 y que pesaba sobre el hombre del trabajo en aquel período de rápida industrialización. Esta situación estaba favorecida por el sistema socio-político liberal que, según sus premisas de economismo, reforzaba y aseguraba la iniciativa económica de los solos poseedores del capital, y no se preocupaba suficientemente de los derechos del hombre del trabajo, afirmando que el trabajo humano es solamente instrumento de producción, y que el capital es el fundamento, el factor eficiente, y el fin de la producción.

 

Juan Pablo II – Carta encíclica Laborem exercens)

EL trabajo dimensión fundamental de la existencia humana

 El trabajo es uno de estos aspectos, perenne y fundamental, siempre actual y que exige constantemente una renovada atención y un decidido testimonio. Porque surgen siempre nuevos interrogantes y problemas, nacen siempre nuevas esperanzas, pero nacen también temores y amenazas relacionadas con esta dimensión fundamental de la existencia humana, de la que la vida del hombre está hecha cada día, de la que deriva la propia dignidad específica y en la que a la vez está contenida la medida incesante de la fatiga humana, del sufrimiento y también del daño y de la injusticia que invaden profundamente la vida social dentro de cada Nación y a escala internacional.

 

martes, 3 de junio de 2025

La Iglesia vive de la Eucaristía

 

La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza.

 

(de la Introduccion a la  Encíclica  Ecclesiade Eucharistia de Juan Pablo II)

La Eucaristia: centro de la vida eclesial

 

Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles: « Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones » (2, 42).La « fracción del pan » evoca la Eucaristía. 

 

(de la Introduccion a la  Encíclica  Ecclesiade Eucharistia de Juan Pablo II)

 

sábado, 31 de mayo de 2025

Feliz la que ha creído

 

Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia « una ciudad de Judá » (Lc 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó allí « con prontitud » para visitar a Isabel su pariente. El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: « Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible a Dios »(Lc 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? » (Lc 134). Esto sucederá precisamente por el « poder del Altísimo », como y más aún que en el caso de Isabel.

 

(de la Carta Enciclica Redemptoris Mater, sobre la bienaventurada Virgen Maria en la vida de la Iglesia Peregrina -  Juan Pablo II)